SEMBRANDO AMOR Y CONCIENCIA

sábado, 23 de mayo de 2009

MUJER NO ES DISTINTA A VARÓN Y VICEVERSA

En pleno siglo XXI subsiste como algo normal y hasta necesario, una realidad una realidad injusta que debemos reconocerla para cambiarla y mejorarla: Tenemos una sociedad machista, en su mayoría.

Machista desde la discriminación que aun existe en el trabajo hasta el lenguaje mismo que usamos a diario; machista desde los modales hasta el erotismo. Y machistas tanto varones como mujeres, claro no en todos los casos, pero sí en su mayoría y eso es lo que preocupa.

Hasta hace poco en los diversos países del mundo y en Perú también, obviamente, la mujer no podía emitir su voto en las elecciones. Apenas han pasado 98 años desde que se proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en Alemania, un tiempo muy corto para que una sociedad criada en el machismo desde hace siglos pueda superar ese estigma.

¿Y por qué el machismo es impulsado desde las esferas del poder en el mundo? Podríamos decir que es porque en todas las sociedades el machismo se relaciona con poder, con fuerza y liderazgo; entonces quien ostenta poder tiene que mostrarse machista para aparentar liderazgo. Por eso, por ejemplo, a Margaret Thatcher se le llamó “La dama de hierro”.

Y ese estereotipo de machismo igual a poder-fuerza y liderazgo es alimentado a diario por los diversos medios de comunicación del sistema que durante todo el día refuerza esa idea necia, retrógrada y destructiva. Por lo tanto, es de esperar que el machismo seguirá incrustado en nuestra sociedad como un sello de identidad. Pero cambiar eso depende de cada uno de nosotros, pues tenemos que ser más fuertes que los medios de comunicación de este sistema.

Y si el machismo es destructivo también lo es su contraparte el feminismo. Es hora de entender que tanto mujeres como varones somos complementarios, pues ambos tenemos virtudes y defectos y nadie podría subsistir sin el uno del otro. Varones y mujeres tomados de la mano debemos luchar como un mismo puño contra la injusticia que emana del poder de las élites enquistadas en los gobiernos. Tengamos en claro que no podemos perder el tiempo peleando entre nosotros, cuando el enemigo que nos enfrenta es otro.

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